No tienen esqueleto interno como los humanos. Su “piel” es como una carcasa exterior que le hace de exoesqueleto (esqueleto exterior). Tampoco no tienen pulmones, y a través de unas pequeñísimas válvulas situadas en dicha carcasa entra el oxígeno que necesitan para vivir.
Cuentan con seis patas que nacen de su tórax. Para poder trepar o escalar fácilmente en cualquier superficie, en la punta de cada una de ellas cuenta con un pequeño gancho o garra.
Su cerebro, en relación al de otros insectos, está evidentemente muy desarrollado. Esto explica su extraordinaria habilidad para resolver problemas de construcción y para organizar su vida.
Las mandíbulas de las hormigas son un instrumento formidable dentro de su anatomía. Las utilizan casi para todo: desmenuzar el alimento, transportar materiales, edificar, defenderse y luchar con otras hormigas.
Estos insectos son animales extremadamente fuertes. Una de las curiosidades de las hormigas más interesante es que, con la ayuda de las mandíbulas pueden llegar a levantar hasta cien veces su propio peso. Imagínate que pudieras hacerlo tú.